Ponga una ración nueva de contraseñas en su vida digital. No tenga pereza, active su ingenio, mezcle letras, cifras y signos, evite incluir el típico 123456, ni la obvia combinación de su nombre y fecha de nacimiento, ni otras similares que se relacionan fácilmente con su identidad. Apúntelas y guárdelas a resguardo de estafadores presenciales o virtuales. Igual que la pandemia covid ha acelerado en países como España la digitalización de la actividad de gran cantidad de empresas y profesionales para sobrevivir económicamente mediante las aplicaciones móviles y el teletrabajo, al toparse con los confinamientos, las restricciones a la movilidad y el aminoramiento de aforos, los peligros de la pandemia Putin van a despabilarnos para la protección de otro flanco que tenemos manifiestamente mejorable a nivel corporativo o personal: la ciberseguridad de nuestros dispositivos, datos y sistemas.
La revelación de que desde el Gobierno español, con buen criterio, se ha pedido a ministerios, embajadas, organismos públicos, grandes empresas privadas que gestionan infraestructuras esenciales, etc., tomar precauciones ante un posible ciberataque durante este fin de semana, ha de acrecentar en toda la población el convencimiento y el conocimiento sobre los mecanismos básicos que aplicar de modo constante en nuestra vida cotidiana para protegernos de los ciberdelitos que nos amenazan al otro lado de la pantalla. Sea cual sea la nacionalidad de quienes los perpetran. Haga la lista de los accesos que proteger: ordenador, número de teléfono móvil, aplicaciones de mensajería, cuenta bancaria, tarjeta de crédito, correo electrónico, alojamiento de documentación en las ‘nubes’. Puertos y buzones en los que estar alerta ante los mensajes engañosos que intentan provocar nuestro error y abrirle la puerta a quienes de modo masivo lanzan su anzuelo para hacer daño de modo indiscriminado o muy concreto.
Altos cargos y trabajadores de instituciones recibieron esta semana, tras el comienzo de la invasión rusa en Ucrania, el aviso de cambiar la contraseña de usuario de sus dispositivos digitales, no dejarse encendidos sus ordenadores de modo indefinido durante este fin de semana, entre otras recomendaciones. Por extensión, esa encomienda también la interiorizan las empresas españolas más internacionalizadas y con mayor presencia en los mercados financieros, así como las consultoras y bufetes que prestan servicios en asuntos que requieren mayor grado de confidencialidad. También las pequeñas empresas y las familias han de ocuparse de revisar sus puertas y ventanas en internet. Porque en el río revuelto de esta guerra van a aumentar no solo los ciberataques con fines gubernamentales sino también las cibermaniobras de las mafias que desde cualquier lugar del mundo pululan por la red de redes. Tenga en cuenta estos datos del Estudio sobre la Cibercriminalidad en España: el Instituto Nacional de Ciberseguridad gestiónó en 2020 un total de 133.155 incidentes de ciberseguridad en España. Y el Ministerio del Interior tiene registrados por denuncia durante ese año un total de 287.963 hechos relacionados con cibercriminalidad. Crecen a un promedio de 30% anual.
Putin nos ciberataca en España desde hace muchos años, al igual que lleva a cabo contra otros países europeos. Y acumula quinquenios de experiencia en intentar cibermanipularnos con la producción y difusión masiva de noticias falsas que se vuelcan en las redes sociales para que las personas polarizadas e incautas extiendan su propagación al no verificar su contenido y confundir lo que tiene apariencia de verdad con falacias de tomo y lomo. Fue evidente el apoyo a los secesionistas catalanes durante el año 2017 mediante la ola de ‘fake news’ que anónimamente desacreditaban la democracia española e idealizaban una patria catalana como el mejor de los mundos posibles. De esas maniobras se está ocupando la Comisión Especial del Parlamento Europeo sobre injerencias extranjeras en el funcionamiento de las democracias de los países de la Unión Europea. De lo que saben sobre ese irresponsable juego callan ahora las camarillas de Puigdemont y Junqueras, que utilizaron la institución de todos y pagada por todos, la Generalitat, como tapadera para que, por fuera, algunos de sus compinches más deseosos de conspirar e intermediar se movieran en la sombra a tal fin para intentar que desde Rusia se potenciara la estrategia de la desinformación. Es el paradigma de la contradicción inconfesable: buscar en una tiranía que aplasta pueblos, soberanías y naciones el apoyo fáctico para construir el imaginario de una sociedad catalana ‘sometida por Madrid’.
Seguro que estas peripecias se comentarán hoy en los corrillos de la cena de bienvenida en Barcelona a los principales participantes del Mobile World Congress 2022. En la que, una vez más, el Rey será mejor recibido por la comunidad mundial de las telecomunicaciones que por los políticos independentistas, con poltronas en las instituciones y coche oficial en la puerta, ávidos de cualquier pretexto para escenificar un victimismo ridículo. Los presidentes de multinacionales que aterrizan de nuevo en el aeropuerto de El Prat estarán sin duda especialmente precavidos desde hace tres días para evitar ‘hackeos’ en sus cuentas personales, ahora que se inicia el pulso de las sanciones y de los boicots comerciales y financieros entre EEUU-Europa y Rusia.
No deje para mañana lo que puede hacer hoy. Entre en la web www.incibe.es , del Instituto Nacional de Ciberseguridad, y aproveche las guías que orientan para mejorar su protección digital, y para aprender a discernir entre los sitios y mensajes en los que confiar respecto a los riesgos que evitar.
Fuente: El Correo de Andalucía